Un Campanazo
- Juan Felipe Gómez
- Jul 22, 2020
- 3 min read

El pasado 15 de julio, la Organización de Países Exportadores de Petróleo -OPEP- anunció que los recortes de su producción diaria se reducirán en 8.3 millones de barriles de petróleo a partir de agosto, lo que se espera que ayude a fortalecer el valor del crudo que se vio golpeado durante los últimos meses. Esto es una excelente noticia para Colombia, ya que permite la recuperación de una posible crisis como la que se vivió en 2015 por la caída del precio del crudo, y que la pandemia logró pasar por alto. Sin embargo, esto debe resultar en un campanazo para el Gobierno Nacional debido a que la historia hubiera sido muy similar a la de hace 5 años si no hubiese sido por esta crisis sanitaria.
Desde 2015, la economía colombiana no ha cambiado mucho: para ese año, exportamos 14,566 millones de dólares en petróleo y derivados, el 40.44% del total de nuestras exportaciones. Para 2019, la cifra llegó a 15,961 millones de dólares, representando el 40.42% de lo que le vendimos al mundo. En comparación con otros países, esta tasa es considerablemente alta. Por ejemplo, en Brasil, la tasa del petróleo y derivados en las exportaciones llega a ser solamente del 13.3% (Banco Santander, 2020) y aún mayor la diferencia con Perú, donde este rubro alcanza solamente el 8.3% (Gobierno de Perú, 2019).
“Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”, suelen decir, y esta frase aplica para la política económica colombiana. Después de la crisis de 2015, el gobierno siguió apostándole a la industria petrolera sin ser consciente que su dependencia económica a esta fue la que lo sumió en esta difícil situación, y, sin el más mínimo deseo de diversificar su canasta de productos, el 40.42% de nuestras exportaciones siguen estando, hoy en día, ligadas al petróleo.
En estos primeros seis meses en bicion, he tenido la posibilidad de participar en varios proyectos y conocer varias empresas, solo haré referencia a dos de ellas: la primera es una empresa de gestión de residuos que, para 2015, apostó más de la cuenta en el sector petrolero gracias a la fiebre del llamado oro negro. Debido a la caída del precio del crudo, su facturación cayó para 2015 y tuvo que reinventarse. Gracias a una ágil reacción de la gerencia de la compañía, ésta logró diversificar su portafolio e incursionar en más mercados, lo que le permitió multiplicar sus ventas cerca de 4 veces para 2019. El otro caso es el de una empresa transportadora que trabajaba principalmente para el sector de hidrocarburos en 2015, con unas tarifas de fantasía debido a la bonanza petrolera que vivía el mercado mundial en ese entonces. En el momento en el que el precio se desplomó, sus ingresos cayeron a una tercera parte de su valor, lo que la vio obligada a entrar en ley 1116 y a diversificar su portafolio, llevándola finalmente a sobrevivir la crisis. A pesar de que hoy en día no ha llegado a los niveles de ventas que manejaba durante la bonanza petrolera, la lección está aprendida y, tanto esta, como la empresa de gestión de residuos, están sobrepasando la crisis mundial de manera satisfactoria.
Después de ver estos casos surge la inquietud: ¿Por qué el gobierno colombiano no hará lo mismo y diversifica su canasta de productos para llegar a nuevos mercados? Esa es la pregunta que debería hacerse El Estado, ya que hemos sido víctimas de la poca diversificación de lo que producimos y es evidente, como lo muestran los ejemplos de estas dos empresas, que al ofrecer más productos se llegan a más mercados y se reduce el riesgo. Ojalá se tomen decisiones que perfilen al país en un sendero de diversificación y que todos los colombianos salgamos beneficiados de unas medidas que no se pueden hacer esperar más.